Durante siglos, la costura y sus implementos fueron parte de una producción doméstica relegada a la llamada sub-cultura de la mujer. En la categoría de un oficio femenino y por lo tanto no remunerable, giraba en los márgenes de los intercambios económicos y políticos de un espacio público donde los hombres, por su participación siempre activa, se atribuían el rol de sujetos de la Historia. Dado este contexto, no es de extrañar que María de Zayas y Sotomayor (1590-1661) protestara frente al hec