La pureza en el pensamiento platónico constituye una condición fundamental para el acceso a lo supremo sea en el ámbito de lo formal lo cósmico lo que deviene o incluso en nuestra identidad anímica; además de ello habría que decir que esta cualidad signa la naturaleza misma de la filosofía en la medida en que lo que se busca comprender asimilar o atrapar a su vez acaba determinando lo que se hace y a quien intenta realizarlo. Sin embargo aquel que conoce los Diálogos sabe que Platón evita los caminos sencillos y directos obligándonos a sortear mil obstáculos para acabar encontrando muchas veces tan solo preguntas. De manera que siendo aquella nuestro objeto de estudio debe reconocerse que parece tan cercana como lejana tan sencilla como compleja tan evidente que no llegamos a contemplarla. En esta obra se intenta esbozar una filosofía platónica de lo singular entendido en el extremo de lo puro lo incontaminado lo único aquello que es en sí y por sí; a sabiendas de que posiblemente solo se pueda llegar a vislumbrar el camino y tal vez en el mejor de los casos a ver cautelosamente y siempre a cierta distancia qué es aquello que todos dicen que es la plenitud.