La mirada personal de Alfredo Cáliz está cargada de compromiso con la realidad, como muestran las imágenes recogidas a lo largo de diez años de viajes a Marruecos y durante sus estancias en Albania, Afganistán, Níger, Malawi, Malí, Chad, Sierra Leona, Senegal, Rabat, Guatemala, India e Irlanda. Sus fotografías se presentan como signos polisémicos, llenos de significados abiertos, en busca de respuestas a un mundo plagado de interrogantes. El fotógrafo José Manuel Navia, autor del prólogo del libro, cuenta que Cáliz quiso ser fotógrafo para conocer el mundo -no para descubrir ni cambiar nada-, como una forma de vida en la que reconocerse a sí mismo.