Distintas miradas del amor, de un amor perfecto que contiene, dentro de su perfección, el erotismo, el dolor y la muerte. La primera parte, de anatomía erótica, retrata el cuerpo de la mujer, pero no en sus habituales relieves, curvas y sinuosidades, sino en su dentadura, caderas, clavículas, vértebras, el andamiaje que sostiene la estructura ósea, que se convierte en objeto de deseo. Anatomía en amarillo, la segunda parte, nos traslada a Bangkok, Hong Kong, Beijing. Postales de un escenario donde se conjugan el deseo perturbador y el dolor. Por último, anatomía del mundo perfecto, la caída, el derrumbe, la muerte, pero sin gravedad, con un lenguaje sin alardes que nos muestra, de alguna manera, el estado actual del mundo.