Andanzas de la Enana Eumarginula Sobre el mar Enterrado

Liliana Pualuan Holmberg · Cadaqués

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Reseña del libro

Se inventó un pasado aristócrata. Su madre, por ejemplo, decía Molina, era legítima heredera de una familia emparentada con la nobleza del Vaticano, lo que la situaba como sobrina, o prima menor de un eminentísimo cardenal, Merry del Val. Creo que, para él, la mutación de un hecho lo enriquecía, dándole tiempo para memorar lo luctuoso con las glorias de la vida?, reflexiona Calderón.Entre los cientos de recuerdos que publica en este libro, Calderón cuenta que en una ocasión estaba junto bebiendo un vino con Teófilo Cid y Jorge Teillier en un tugurio que se al parecer se llamaba, París, en la esquina de San Antonio con Alameda. Molina nos relató una historia de referencias cruzadas que Teófilo evitaba corroborar. Lo de la amistad suya con el conde Martini, quien vino a mediados de la década de los 30, manejando un avión particular junto con su amigo Tyrone Power. Martini los llevó al Cap Ducal y comieron perdices en salsa que tenía como base un licor garibaldino, el Marsala. Tyrone gorjeaba dichoso y correspondía a los brindis. Llevaba un hermoso pañuelo al cuello que le daba el tono de un príncipe del Renacimiento. Luego hizo una pausa y cambió de tema?.Ventura y desventura de Eduardo Molina está poblado de imágenes como esta que reviven a un hombre que terminó siendo su propio personaje. Su vida era distinta a la real. Pero no era por enfermedad. El trataba de embellecer la vida. Con Molina todo era posible, comenta con cariño Calderón.

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