Spinoza es la anomalía. Si Spinoza, ateo y maldito, no termina sus días en la cárcel o en la hoguera, a diferencia de lo que les sucede a otros innovadores revolucionarios entre los siglos XVI y XVII, esto sólo es indicativo del hecho de que su metafísica representa la polaridad efectiva de una correlación de fuerzas antagonistas, ya consolidada: en la Holanda del siglo XVII el desarrollo de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas experimenta la tendencia de un porvenir de antagonismos. En este marco, la metafísica materialista de Spinoza es, entonces, la anomalía potente del siglo XVII: no una anomalía marginal y derrotada, sino más bien la anomalía del materialismo triunfante, del ser que avanza y que, constituyéndose, plantea la posibilidad ideal de revolucionar el mundo.
"Es un libro que, a la fecha, se encuentra agotado en la editorial Anthropos, y la edición argentina de Waldhuter no había llegado a las librerías presenciales en el Perú. Muchísimas gracias por ayudarme a conseguirlo!"