En este libro Zurita defiende, frente a aquellos que afirmaban que tuvo que enterrarse en el monasterio de Sahagún, que los restos del Conde Ansúrez, a quien el rey Alfonso VI encomendó la repoblación de Valladolid, reposan en la catedral de esta ciudad. El autor realiza un exhaustivo estudio del epitafio que se encuentra junto a la sepultura de la catedral vallisoletana, abogando por el cuidado y enriquecimiento de la tumba.