A principios del A principios del siglo XVI, la civilización inca dominaba América del Sur. Emperador tras emperador, ese dominio se había extendido, haciendo honor a los designios de los dioses. Lo habían conseguido por la determinación y por la certeza de que debían llevar su presencia a todo el mundo conocido. Para hacerlo, habían utilizado un eximio arte de gobierno y también represiones temerarias. La guerra no era una crueldad arbitraria, era, en todo caso, un instrumento indeclinable de l