Cuando la arena se deja llevar se pone en alas de la brisa, se abandona a su quehacer y a su destino, y acaba llegando a un oasis de paz. Allí el agua la rodea, la inunda, la acaricia, la refresca y termina siendo tierra fértil. Porque la arena tiene vocación de oasis, de vida regalada, de fecundidad frondosa, de sombra aliviadora para el cansancio del caminante. La Vida Consagrada quiere ponerse a disposición de la brisa divina para que su corazón no se haga sordo a las pobrezas, ni insensible al clamor de los pequeños. Lo que quiere es ser enviada por la brisa de Dios hacia el sur, hacia los lugares de periferias y fronteras para llenar de vida y de fruto su entrega total y llenar de contenido sus votos. Brisa y arena se dan la mano cada día en los senderos inquietantes de la vida. Espíritu y Vida Consagrada se aúnan cada día para caminar juntos por estos senderos de Dios que nos llevan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para ser oferta gratuita de vida. Usado-NUEVO BRISA Y ARENA. 11 REFLEXIONES SONBRE LA VIDA CONSAGRADA