La densidad a ratos alucinatoria de Buenas noches, buenos días trasciende la mera sátira o la utilización de referentes esotéricos para saldar literalmente cuentas con los vivos, de una forma que es paralelamente terrible y amorosa, sexuada y desilusionada, en una especie de jugarse el todo por el todo que está entre lo más impresionante que yo haya leído últimamente.
"buen libro"