El desarrollo de la arquitectura como profesión arrastra desde algunas décadas atrás una profunda crisis. El Arquitecto se enfrenta a un verdadero conflicto entre sus ideales y la práctica real de la disciplina. Una imaginaria línea define dos territorios. Por un lado se ubican sus ideas y visión de conjunto. En la vereda de enfrente se encuentra la realidad profesional repleta de incertidumbres y contradicciones. Equivocadamente la arquitectura ha encaminado sus pasos en una dirección contraria a los principios fundamentales y funcionales que le brindan sustento estableciendo como casi exclusiva prioridad el manejo estético de sus obras. De esta manera se desestiman cada vez más los aspectos tecnológicos ambientales económicos y desde luego la correcta supervisión y control de calidad de la construcción. Al ser considerada una de las