«La muerte es la verdadera protagonista de estos pequeños e inquietantes mundos construidos por Christopher Rosales. Gracias a un lenguaje preciso y al muy buen ritmo de su prosa, esta muerte, a ratos sacrificial, despechada y absurda; se pasea a sus anchas por las historias. La acompañan personajes, la mayoría parejas jóvenes, a quienes una mezcla de culpa y deseo los saca de sus rutinas. Una rutina donde una línea de sangre marca un antes y un después. Y mientras estos personajes se mueven, buscan, preguntan, siempre más llenos de dudas y culpa que de certezas, nosotros, los lectores, estamos allí, junto a ellos, frente al colchón, preguntándonos cómo salir de la encrucijada, cómo borrar la sangre, cómo volver el tiempo atrás para que aquello que sucedió nunca hubiese ocurrido». Maivo Suárez