Se denomina cripsis a la capacidad de ocultamiento presente en ciertos organismos, quienes ante la amenaza de algún depredador, en lugar de huir, se vuelven indetectables, desaparecen mágicamente del radar enemigo. Como el lenguado del poema de Watanabe (“Soy/ lo gris contra lo gris”), el puma que se mimetiza con la roca de montaña o el palote irreconocible entre unas ramas, hay organismos que han hecho del pasar inadvertidos su mecanismo de defensa. Y nosotros, humanos, deberíamos aprender de esos organismos, nos dice Carrasco en estos poemas. Ya desde la primera página nos invita a hacernos invisibles y a no dejar rastro, a reemplazar toda estridencia, todo “grito épico”, toda queja y alharaca por el susurro, por “el lenguaje de los sordomudos, los delincuentes y los amantes”. Una invitación al silencio, a la mímesis y fusión con el paisaje; a dejar atrás todo deseo de protagonismo y figuración, relegándonos, en cambio, al segundo plano, a la sombra; y que el poema no sea sino “un sistema de caricias significantes”, similar al roce de antenas entre dos insectos. “Silencio y cripsis para evitar la masacre”, nos propone Carrasco. Ser como el puma (o el poema) que intenta cruzar de la A a la Z el alfabeto, sin ser acribillado.
"La evaluacion no es de los poemas de German Carrasco sino de la calidad de la edicion, no me gusto el papel ni la encuadernacion, me parece de baja calidad y la letra es muy pequeña. Una edicion muy pobre. Quizas tenga que ver con pasar desapercibido, no llamar demasiado la atencion, no lo se. "