Cuando en 1875 anuncié, en mi introducción a la gramática nahuatl del franciscano Andrés de Olmos, que estaba preparando un diccionario y una gramática de la lengua mexicana, tenía la intención de hacer con estos trabajos dos publicaciones aparte. Más tarde pensé que sería preferible reunirlos en una sola obra y colocar antes del diccionario mis estudios gramaticales. Me decidí definitivamente por este plan debido a dos razones a mi parecer terminantes. Ante todo porque la gramática de Olmos, si bien escrita en español y siguiendo un método antiguo, es lo suficientemente clara e instructiva para todo aquel que quiera poseer los elementos esenciales de la lengua mexicana. La segunda razón se basa en que mi trabajo, más complejo y relacionado con la filología comparada, contiene un conjunto de datos y de observaciones que es importante relacionar con el diccionario con el fin de facilitar las investigaciones y de permitir el examen de mis observaciones.