Leibniz escribió el Discurso sobre la teología natural de los chinos en 1716, último año de su vida. No lo concluyó ni lo envió a Nicolás de Rémond, quien le había sugerido escribirlo y, con dicho fin, le había enviado los dos tratados de los misioneros en China en los que Leibniz se basó para su redacción. En él vertió las reflexiones de toda su vida acerca de China, de la condición humana, de las doctrinas