Oficialmente, José María Arguedas llegó por primera vez a Chile en el verano de 1953. Desde ese momento mantuvo una relación con ese país que se estrechó durante los años sesenta, tanto así que en la dedicatoria de su novela Todas las sangres (1964) señaló que fue en Santiago de Chile donde encontré la resurrección. Este libro explora esta relación poco estudiada e intenta contribuir a llenar un vacío del conocimiento que nos interpela. Se presenta un tejido de una lectura de las relaciones de