En este libro el autor sostiene que no es posible una democracia auténtica sin una ciudadanía plenamente asumida y que, al mismo tiempo, la ciudadanía reclama la democracia y no puede conformarse con menos que una democracia real, aunque sea imperfecta. Asimismo, afirma que la educación cívico-política sólo se consigue con cierta madurez moral. También reconoce que la educación moral implica una madurez cívica y personal, y que ésta no es posible sin la maduración del juicio y la conducta moral.