Se puede aprender en cualquier sitio al aire libre. Lo más cómodo, por lógica, es aprovechar los terrenos que rodean el centro, ya que requieren menos tiempo, preparación y dinero. El grado de supervisión requerido suele ser el mismo que dentro del aula, por lo que se puede dar la clase fuera, sin necesidad de buscar voluntarios o personal de apoyo. Muchos colegios y guarderías cuentan con un espacio designado fuera del propio centro, como una pequeña arboleda, por ejemplo, que se utiliza de manera frecuente y habitual para diversas actividades. Si bien el proceso de establecer el espacio y las rutinas de uso de dicho espacio puede requerir tiempo y esfuerzo, merece la pena. En no pocas ocasiones constituye una buena forma de establecer lazos positivos entre la comunidad y distintas organizaciones y profesionales. Lo importante, sin embargo, es que, independientemente de dónde tenga lugar el aprendizaje, la calidad de la experiencia será la mejor posible, y será auténtica y relevante para los niños que participen en ella.PrólogoPrefacioIntroducción1. Los principios de oro de la educación fuera del aula2. Antes de salir 3. Las primeras sesiones4. Pensar, reflexionar y analizar5. Crear y construir6. Sensación de aventura7. Explorar qué hay fuera8. Cuidar de la naturaleza9. ¿Qué hacer en una jungla de cemento?10. Mantener la motivación11. Dudas, miedos y preocupaciones 12. Integrar el aprendizaje fuera del aulaConclusión: Hacia un enfoque en el centroAgradecimientosReferencias cruzadas de ideas y asignaturasBibliografía