Los autores son dos guionistas con una larga trayectoria repleta de éxitos en las principales plataformas, tanto con obras originales (Los misterios de Laura, Acacias 38,) como adaptaciones (El tiempo entre costuras, La templanza). El protagonista de su novela es un sagaz médico forense, Lucio Garza, que, en los años finales de la dictadura de Franco, tiene que enfrentarse a un nuevo Jack el Destripador que va sembrando de víctimas las calles de Madrid. Todas ellas son mujeres jóvenes, y salvo nuestro protagonista, nadie ha encontrado una relación clara entre sus muertes, que han sido catalogadas como suicidios y accidentes. Pero todo cambiará cuando Lucio descubra el terrible modus operandi del asesino, una muerte realmente cruel endulzada con caramelos de violeta. Pero el inesperado asesino no será el único enemigo que Lucio encontrará en sus investigaciones. También deberá enfrentarse a la estrechez de miras de la época, los recelos de sus superiores y a una asfixiante autoridad que todavía no concebía el concepto de un asesino en serie. Sin embargo, no estará solo: contará con la ayuda de Teresa, su inteligente esposa, y de sus siete hijos, tan deseosos como sus padres de participar en la investigación. A ellos se les unirá un atípico compañero, Félix, un policía de la brigada de investigación criminal, de pocas luces y una carrera mediocre, quien, por salir de los archivos en los que está permanentemente confinado y deseoso de ascender en el escalafón, ayudará cual Sancho Panza, a nuestro protagonista en sus pesquisas. Unas pesquisas que sacarán a la luz un oscuro secreto familiar que hunde sus raíces en la guerra civil. Inspirado en sucesos y personajes reales, El asesino de los caramelos de violeta es una ficción que, al igual que el género de cozy mistery tan en tendencia, tiene un tono pop y de lectura agradable y desenfadada, salpicada de personajes reales que aparecen como secundarios de lujo en las aventuras de Lucio.