'Si en los primeros libros de Néstor Cheb Terrab primaba un lenguaje exaltado; reflejo de una frondosa sucesión de imágenes; en esta nueva entrega aquel barroquismo exacerbado cedió ante el dictado de una más serena y sutil visión; en este caso; de la naturaleza.El poeta observa y; a medida que lo hace; va mutando junto a lo que ve. Obedece a la lenta metamorfosis que se produce en la contemplación. El primer estado sería el de ese hombre solo interrogando todo lo que lo rodea; en el segundo el entorno y él se integran hasta ser uno los dos y en el tercero; sucede; por una expansión pánica o una ascensión cósmica; que ambos se incorporan a esa marea atravesada por múltiples dimensiones en un tiempo ¿sin tiempo y sin memoria¿; como diría el poeta Jacobo Regen.Disuelto en esa mutación; más que hablar él; deja que esa totalidad se exprese a través de un río; de un ave; de una rama. Y es entonces que sus palabras son como una leve llovizna donde todo ese mundo trasciende y se transparenta. Ocurre en El azar y el viento; en estos poemas que llevan una luz que no se detiene; que se lleva todo lo que ve porque han nacido de un golpe de asombro y de inocencia.Esos instantes leves; inefables; pero cargados de significación; le han dictado a Cheb Terrab el tono que posiblemente sea el de su voz en la poesía. O una de ellas. Pues; siempre y cuando sean legítimas; el tener otras voces evita que; eventualmente; el poeta ceda al facilismo de un lenguaje que domina.Néstor; mi amigo; me mostró estos poemas con ese desconcierto hechizado del que viene de cruzar un campo de maravillas. Casi sin saber qué le había pasado.Entre el lector en este río lleno de invisibles y oiga lo que le va diciendo; despacito. Lo que emerge de su hondura; iluminando. Deje que lo lleve. Y sienta cómo hasta la sombra se le vuelve cristalina.LEOPOLDO CASTILLA '