Podemos afirmar que, en el Cusco, el escritor inicia su madurez, integra su personalidad e incuba ideas que vertebran sus años venideros. Vivió un período irrepetible de quietud intelectual y sentimental y tuvo tiempo de participar del diario y sencilloquehacer de la sociedad andina; se regocijó con sus fiestas y costumbres, se hizo de colegas y compañeros de elaboraciones inteelctualesque le sirvieron de acicate para alumbrar creaciones y estudios de singular vigencia.