Dostoievski se burlaba de los partidarios del cientifismo de su época que creían ver en el universo un "palacio de cristal" del que se había eliminado el misterio. Hoy en día sabemos que cuanto más progresa la ciencia más se amplía el círculo de sombra que rodea el campo de nuestros conocimientos. El optimismo racionalista pertenece al pasado. Pero -otra vertiente de la situación actual- asistimos, en particular en Occidente, a una fragmentación de nuestras referencias, a una conmoción de nuestros valores, a un cuestionamiento de la fe tradicional. Nuestras pistas se confunden, nuestras referencias se desvanecen, nuestras certezas se tambalean. La presente obra toma en cuenta este contexto de interrogaciones y de angustia espiritual. No pretende plantear una o varias respuestas, sino quizá -es nuestra esperanza común- sugerir un método y abrir un camino. Lo esencial ha sido presentar al público la esencia de cada religión y permitir que se comprenda su riqueza y su espíritu.