Hay una búsqueda personal que nos trasciende, que nos enciende el alma y nos guía hacia un camino muchas veces desconocido. Algunos místicos la llaman la misión de vida. Para la protagonista de esta novela, una voz en primera persona cuyo nombre nunca llegamos a conocer, se trata de un llamado, una invitación de la vida que parece querer que ella la siga, llamándola escondida secretamente entre el aroma de la mañana y las montañas. Desde niña, sueña con salir a navegar en su barco de papel, sueña con descubrir este llamado -y contestarlo- a través del amor y de viajes a lugares lejanos para ir en busca de esa vida que parece querer contarle sus secretos, pero allá muy lejos. Ella, sin entender bien de qué se trata el llamado ni cuál es el propósito tras él -o si hay realmente un propósito-, lo sigue contra todo, a tientas, a oscuras, guiada por una fuerza interna que muchas veces va en contra de lo que se espera de nosotros, percibiéndolo con el resto de sus sentidos, ya que le produce una atracción magnética y onírica. Así, se interna en un camino que no estaba hecho, un camino difuso y ciertamente etéreo. En este viaje surrealista ella teje y desteje el significado del llamado de la vida a través de sus vivencias, de irse descubriendo a sí misma en las relaciones, en los sueños, en los viajes y por medio de la misma escritura, en un libro que comienza a escribir sin saber bien de qué se trata. No es un proceso lineal, sino cíclico, en donde el libro se va descubriendo a sí mismo y revelándose ante ella.