Tony no podía suponer que su vida iba a cambiar radicalmente tras conocer al misterioso anacoreta, un hombre que tenía una barba que le llegaba a las rodillas y que se había instalado en La Casona, un caserón abandonado desde hacía muchos años, situado entre las montañas de Pinoviejo, lugar en el que el chico pasaba sus vacaciones de verano. Hasta ese día, su único interés había sido el disfrutar con s