La vida de Cheryl Glickman está sometida a las fantasías y las ideas más dispares, así como a un excéntrico sistema de reglas y rituales. Cree fervientemente en historias de amor que traspasan los siglos y tiene una estrecha relación con el alma de un recién nacido al que conoció siendo niña. A sus cuarenta y pocos años vive sola, y lleva mucho tiempo trabajando en una organización sin fines de lucro que realiza unos peculiares videos de autodefensa femenina. El día que se ve obligada a hospedar temporalmente en su departamento a Clee, la hija veinteañera de sus jefes, su rutina y su intimidad sufren un inesperado descalabro. Clee es distante, altiva y desdeñosa, y mantiene una escasa higiene personal, además de estar absorta en su teléfono móvil y sumida siempre en una preocupante inactividad frente al televisor. Inevitablemente, Cheryl se ve arrastrada a un peligroso juego de intimidación, pero, a su vez y de forma inesperada, acaba descubriendo el amor de toda una vida.