Había una vez un ratón narigudo, regordete, paticorto y muy forzudo, era además muy peleador, presumido y muy abusador. A todos los ratones trataba siempre a empujones. Así las cosas, un día caminando, se encontró con un resorte. Flaco como un alambre y bastante chico de porte, estaba acurrucado en un rincón de la despensa, acurrucado, acurrucado...