Los rumores de la ética se han ido incrementando notablemente en los últimos años, produciendo un eco en el que nos sentimos cada vez más involucrados y dando la impresión de que el interés aumenta acaso en manera inversa a la claridad, o a la armonía, de los mensajes que se escuchan. Pero lo más importante es que estos rumores, estas voces éticas que corren ruidosa y confusamente entre el público, nos hablan, todas, de un soñado bien y de un mal presente. El ideal humano de la felicidad o de la vida justa es invocado y defendido persistentemente en el corazón de los problemas del presente.