En El sueño de Barataria, Sancho Panza elige la libertad al supuesto poder de un gobierno que solo le ha procurado sinsabores, suscribiendo con su actitud las palabras de don Quijote: «àlas obligaciones de los beneficios y mercedes recibidos son ataduras que no dejan campear el ánimo libre. Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede la obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!». Todo lo contrario sucede en Los mendigos, una pieza en donde el autor nos muestra sin concesiones su amarga visión del poder presentándonos el dilema de unos empleados que deben decidir el camino a tomar ante una injusticia: acatar la decisión de los de arriba supondría la indignidad, pero también conservar el puesto de trabajo, mientras que seguir el dictado de su conciencia les conduciría a la marginación y la miseria.