Isabel es una joven extranjera que llega al desierto de Atacama en su gira de estudios, allí descubre un paisaje fascinante que renueva su curiosidad por Latinoamérica, pero un crudo encuentro con Francia, una niña migrante, cambia la forma de percibir su realidad. La tierra que al comienzo le parecía maravillosa, se torna cada vez más hostil, y cierto pulso la lleva a aventurarse en búsqueda del origen de ese sentimiento, conociendo otros lugares y descubriendo una parte de sí misma que la trasformará. A través de Isabel, Francia y otros seres, el autor nos refresca la memoria y recuerda que la condición migrante es intrínseca en la humanidad, e invita a lectoras y lectores a cuestionar cómo vivimos esta condición para intentar –al menos intentar– volver a la armonía inicial.