Digámoslo en voz baja... no, mejor en voz alta: querer es emocionante, y si recibimos amor a cambio, ¡es espectacular! Los sentimientos son como los brazos: se abren o se cierran; acogen o rechazan. Algunos sentimientos acercan, como el amor, la amistad, la solidaridad. Otros alejan, como la envidia, los celos o el rencor. Uno se enamora y se desenamora, pelea y luego hace las paces, se pierde y se vuelve a encontrar. Algunos sentimientos se vuelven sólidos como ladrillos; otros, son como las nubes: se agrandan o adquieren otras formas. Pero hay un secreto enorme: los sentimientos y nosotros somos una misma cosa, somos indivisibles. Por eso, hagamos todo juntos, cambiemos juntos, aprendamos juntos: escojamos juntos a las personas adecuadas, es decir, aquellas con las que nos sentimos bien, que nos dan valor, en quienes confiamos. Por esto, conocernos a nosotros mismos es muy importante.