el gran argumento de los teóricos del nuevo capitalismo es decir que el trabajo directo sólo ocupa ya un lugar subalterno dentro de la actividad productiva: la creación del valor económico pasa cada vez más por servicios inmateriales y por la circulación de la información el conocimiento se ha convertido en un factor de producción en sí mismo, cada asalariado es una especie de pequeño capital, y es la empresa como máquina colectiva la que produce realmente valor. no todo es falso en ese discurso, pero tampoco hay nada realmente nuevo: el capital ha sido siempre un poder social capaz de absorber en su beneficio las capacidades y las cualidades de los trabajadores, y en ese sentido es una relación social. no se trata de negar las transformaciones del trabajo, que son muy profundas, pero de ahí a deducir apresuradamente la conclusión de que las categorías clásicas de trabajo y de explotación están superadas, hay un salto demasiado rápido.