En Por donde los Guermantes (1920-1921), el joven narrador sigue persiguiendo, sin encontrarla, su "vocacion invisible" de escritor. Aunque va acumulando nuevas decepciones, lo encontramos mas templado, algo menos introspectivo. Vuelven a aparecer los temas del amor como "creacion ficticia" y de las ambiguas conexiones entre sensibilidad y memoria, pero esta vez en un marco historico determinado por el furor antisemita que produjo el caso Dreyfus. El temible cronista de sociedad que siempre fue Proust despliega aqui la herencia balzaquiana en todo su esplendor e impregna incluso la representacion compasiva de la intimidad y el dolor.