Este libro narra un viaje de ida y vuelta por el río Yeniséi en un barco de pasajeros, desde Krasnoyarsk a las puertas del océano Glaciar Ártico, siguiendo los pasos de exploradores notables del pasado, tales como el noruego Fridtjof Nansen o el danés Vitus Bering. Para llegar a Krasnoyarsk, el autor tuvo que utilizar el mítico tren Transiberiano, y una vez de regreso desde el ártico a la misma ciudad, prosiguió en otro tren a Moscú deteniéndose unos días en la fabulosa ciudad de Kazán. Durante su andadura fluvial, Jorge descubre poblados a las orillas del río Yeniséi, el quinto más largo del mundo, encontrándose con etnias siberianas, tales como los Evenkos y Nenets. Conversa con Viejos Creyentes, o aquellos fieles cristianos que rechazaron las reformas de un patriarca ortodoxo del siglo XVII y se vieron obligados a ocultarse en las profundidades de Siberia. Visita casas de los Decembristas, o aquellos militares que se rebelaron contra la Rusia Imperial en 1825 y fueron castigados a trabajos forzados en Siberia. También escala en aldeas donde fueron exiliados revolucionarios comunistas del siglo XX, como Stalin o Sverdlov, y conoce curiosidades e intimidades sobre estos personajes históricos, como la joven de 13 años que fue seducida por Stalin y tuvo con ella dos hijos (uno de los nietos de Stalin vive aún en Siberia). Finalmente, en la ciudad secreta y apocalíptica de Norilsk, donde para poder acceder tuvo que solicitar un permiso militar, Jorge se emociona ante el Gólgota dedicado a la memoria de los millares de presos políticos de los GULAGS que allí fallecieron extrayendo minerales de los alrededores en condiciones infrahumanas.