Hablo con Sofía; mi hija mayor. Está en España. Me sorprendió; puesto que pensé que estaba en Milán. Había pasado un semestre en la Universitá Cattolica di Milano haciendo su Licenciatura en Historia del Arte. Me dijo que estaba enferma; con fiebre y dolor de garganta. Me habló de unos antibióticos; pero no retuve el nombre. No había motivo para preocuparse por un simple cuadro gripal. En medio de la conversación; vislumbro la muerte. Inmediatamente la escucho y me asusto.¿¿Por qué hablás así; con esa voz tan rara? ¿No sé; papá. ¿¿Qué te pasa? Me responde con voz lánguida y como llamándome la atención: ¿Tengo cuarenta grados de fiebre y no me baja. ¿¿Fuiste al médico? Me responde de una manera insólita: ¿No; no me llevan. ¿ ¿Viajo? ¿le pregunté. ¿Nooo; no hace falta. Pero desde ese momento la situación nos puso la vida entre paréntesis.