El nombre de Taizé evoca en muchas personas, ante todo, un tipo de música o un estilo de oración. Y es que los cantos de la Comunidad de Taizé, conocidos por su sencillez y su carácter contemplativo, se han difundido por todo el mundo desde esa aldea francesa donde tienen su origen, y son entonados por personas de distintas tradiciones cristianas en todos los continentes.