Clarence Finlayson (Valparaíso, 1913; Santiago, 1954) destinó el grueso de su vida a leer, estudiar, impartir conferencias a lo largo de América y escribir ensayos, breves y largos, claros y oscuros, sobre los mas diversos asuntos, desde los disímiles modos de llamar a Dios hasta el sentido del humor, pasando por Descartes, Shakespeare, el suicidio, Quevedo, la muerte, el cristianismo, Neruda, los sueños, Sartre y un largo y amenísimo etcétera. Los veinticuatro textos aquí incluidos, la mayoría de ellos recuperados ahora, después de medio siglo, constituyen una porción surtida y contundente de la obra de este adelantado, singular y despierto pensador chileno.“Es un cerebro singularmente agudo, que a la capacidad de razonamiento unía el don de las imágenes, la sensibilidad ante la belleza y, en cierto modo, muy suyo, el poder de expresarla. Es uno de los espíritus más distinguidos de su época, una de sus inteligencias más lúcidas, un maestro perteneciente al escaso número de los estudiosos apasionados que nuestro país ha producido y cuya obra, notoria desde su primera juventud, le había conquistado a los cuarenta años extensa nombradía entre filósofos del continente. Hernán Díaz Arrieta, AloneEl primer regalo de Escritos pensados es su encuentro con la palabra y la expresión justas, las cuales encienden luces en el entendimiento del lector, cuando antes sugieren (con ritmo, imaginación y sensitividad) más de lo que significan. El segundo logro es su discurso orgánicamente enciclopédico… Este libro indispensable todavía nos interroga Roberto Hozven, El Mercurio