"Espigas y olivos" es la poesía que se escribe cuando estás perdida en un pequeño pueblo rodeada de recuerdos, familia y campo seco por el sol del verano. Es la sensación de echar raíces, del hogar que lo ha sido durante toda la vida sin que te dieses cuenta. Es la casa llena de gente, la ausencia de todas las personas que te ayudan a brotar. La oquedad del adiós al irte, al ver que se van. En este libro la autora describe el recorrido que ha vivido durante años a campo abierto: la llegada a los sitios de siempre, el quedarse ahí, ver crecer poco a poco el olivo. Habla de los tapetes de ganchillo de las casas de sus abuelas, de sus tías, de todas las personas que viven en un pueblo y se hacen familia, de las espigas y los olivos de su entorno, de las encinas que crecen dentro de ella.