El hombre actual precisa espiritualidad del mejor cuño. Estamos llamados a educar el corazón y los sentidos tantos exteriores como interiores, mediante el silencio y la oración, para poder experimentar sapiencialmente al Padre, al Hijo y al Espíritu, tal como nos lo ha enseñado el Maestro de Nazaret con la grandeza de su palabra y la fuerza de su testimonio. Los auténticos seguidores de Jesús necesitamos contestar tres preguntas, en las que descansan todas las demás: ¿Qué desea el Padre de cada uno de nosotros cada día...? ¿Conservando la propia identidad... cómo tener similares pensamientos, sentimientos y comportamientos del Hijo humanado...? ¿Cómo dejarnos conducir con docilidad por el Espíritu, que nos ayuda a conformar una espiritualidad fuerte, rica en humanidad y fraternidad? Nada más urgente para el creyente actual que relacionarse en "espíritu y verdad" con la Trinidad Santa...