La globalización, el mundo en constante cambio, las comunicaciones instantáneas y masivas, el individualismo, la pérdida de confianza en las instituciones, las nuevas tecnologías, entre otros aspectos de la posmodernidad, representan un desafío ético en la formación de las futuras generaciones. En este contexto ¿es posible una ética sin dogmatismos ni subjetivismos? ¿Está preparada la ética para hacerse cargo del lugar que la sociedad le reclama? ¿Cómo enseñarla de forma aplicada y con sentido?.