El autor se propuso dejar a sus hijos el mismo legado que su padre él; una referencia, un buen ejemplo para ayudarles en los momentos de la vida en los que estarán, sin duda alguna solos y descalzos en el mismo desierto donde Puig señala se pasó una eternidad gritando y donde aún espera a ser rescatado. -Para librarme de la congoja -dice Puig- comencé a escribir a mis hijos, condenados a un incierto futuro, un ejemplo manuscrito. Mi mente enlatada hasta la fecha de ideas, pensamientos y conclusiones, un yo virtual si me permiten la expresión para que me puedan consultar cuando no este. Le fue cogiendo el gusto y lo que comenzó como un ensayo ha ido creciendo año tras año hasta convertirse en este libreto que es una composición morfológica en forma de citas como resultado de esos pensamientos desorganizados, memorias conspirativas, teorías especulativas y sentimientos de los sentimientos agitados en estos últimos años. Un cuaderno de bitácora en carne viva con rumbo a ninguna parte que es la vida; mientras buscamos ser nosotros mismos con pocos de nuestro lado. Este libro recoge; la agridulce metamorfosis de empresario apaleado a artista atormentado. El libro confía en perturbar la ecuanimidad de vuestro ánimo y a estimular el coraje que instruye los instintos. Con el fin de abandonar ciertas certezas y pelear por la independencia de los pensamientos. El autor te invita, además, a ser partícipe de este libreto anotando tus conjeturas. -Quizás entre todos- proclama Puig- hagamos un manual que sirva de consulta sensata para las generaciones que nos pisan los talones con ojos modernos, inmersos en simplezas y pantallas, entiendan que el único antídoto contra la estupidez es la educación, la mejor cura contra la depresión es la cultura; que los pueblos analfabetos nunca son libres y están al amparo de manipuladores y profesionales del relato. Que el peor pecado del ser humano es el pecado contra la inteligencia.