Manila y Madrid, durante la segunda mitad del siglo XIX, son los escenarios donde se desenvuelve la existencia de una familia de criollos hispano-filipinos que vivirá sus avatares personales en dos entornos sin semejanza alguna. Obligados por causa mayor a trasladarse desde aquella colonia en el Sudeste Asiático a la capital de España, el contraste entre el reducido núcleo social manilense al cual pertenecen y la sociedad decimonónica madrileña que allí encuentran transforma las vidas de un matrimonio singular y de sus cinco hijas. El acontecer histórico de la época en ambos territorios, el filipino y el español, está insolublemente vinculado al relato como testimonio del tiempo real en que se desarrolla la ficción.