Un absolutismo de nuevo cuño implacable, blindado, inaprensible recorre el mundo sin detenerse a mirar a los hombres: es el triunfo de las gobernanzas, versión moderna y globalizada de los poderes fácticos tradicionales; instituciones que actúan como gobiernos en la sombra, sin llegar nunca a mostrar públicamente sus verdaderos dominios. Las grandes alianzas económicas y militares, los organismos financieros internacionales, la banca, los consejos de administración de las multinacionales y consorcios empresariales, las religiones organizadas, los partidos políticos, los sindicatos y las ONG suplantan en la práctica a los gobiernos democráticamente constituidos, invadiendo la esfera pública.En el caso concreto de los ciudadanos europeos, una y otra vez se constata su indefensión ante las resoluciones comunitarias de la UE: imposible protestar las decisiones de ese ente vago al que se denomina «Bruselas» y que en su naturaleza misteriosa es casi el gemelo de una «comunidad internacional»que tiende a respaldar por sistema o por simple miedo las decisiones de la trinidad OTAN-ONU-EE UU.