Los sonetos Grotescos y Bizarros antologados y traducidos por Luis Martínez de Merlo son sólo un pequeño botón de muestra de la poesía de un período fascinante, de una época que tuvo la desgracia de resultar "emparedada" entre la de los grandes poetas renacentistas del tiempo de los Valois y la de los que acabarían constituyendo la médula de la estética clasicista presidida por Boileau. Estos barrocos franceses, cercanos a los españoles e italianos en sus presupuestos estéticos, aunque carecieron de un jefe de escuela de fama perdurable, escribieron una poesía que en nada desmerece de la del resto de sus contemporáneos europeos.