Un cadáver con las cuencas de los ojos vacías y las manos seccionadas aparece en una playa desierta, a dos horas de la población costera de Portocristo. Todo indica que un ritual de ribetes satánicos ha tenido lugar sobre la enorme losa que los cazadores de cetáceos usaban en tiempos para descuartizar sus capturas. Martina de Santo, la subinspectora de polícia que han enviado desde la capital, tropieza casi