El Silencio, primer cuento de esta selección, nos habla del amor y de la muerte, de los lazos profundos que unen a dos personas enamoradas desde hace más de cincuenta años: «Un frío que no sé si ya está en mis huesos, arraigado como una pesadilla que jadea y que suda, que súbitamente me despierta de un hermoso sueño que ha durado más de cincuenta años. Qué distinto es todo ahora. Miro a mi alrededor y solo veo desolación y silencio...». En El regreso de Adán el protagonista muestra como la locura siempre lleva a la locura. Pero sus sensaciones y sus sentidos son tan fuertes que lo guiarán a través de la selva hacia su propia destrucción. Las Historias de Puerto Bronce y otros relatos son cuentos muy cortos que llegan al corazón y nos confrontan con buena parte de lo más caótico y violento del ser humano. Sigue Todos éramos malos, compendio de esa parte de la especie humana que solo se distingue por su maldad y su arrogancia. Después, …y nada se destruye, una leyenda que se va oscureciendo en la que el poder, la ambición y la locura lo corromperán todo y ni siquiera el amor será una tabla de salvación. Para terminar: La gran Puerta, un relato que se escribió –nos dice el autor – hace treinta y tres años, que muestra el camino hacia la iluminación a través del mal: «Necesitaba poseer ese cuerpo tanto como necesitaba imaginar o poseer otros tantos en ausencia de éste (…) pero no iba a cometer el mismo error dos veces, ambos estaban allí, y no pensaba perder tiempo imaginando nada. ¿Para qué? Si con solo alargar la mano podía alcanzarlo todo...». Odio, celos, violencia, venganza: mundos que se encuentran cuando se acercan a la muerte.