Ella fue mi mejor apuesta, mi sueño más especial y correspondido mientras dormía, aunque nunca me lo dijo, me pareció. Si pudiese alcanzar la transmutación completa, su piel sería color blanco, muy blanco; ojos fuertes como el café expreso, pero de color más suave; estatura alta, cuerpo grueso y aspecto dominante; complicada e intelectual, y sus besos serían un elixir. Es lo que podría decir de ella, no puedo explicar nada al respecto, pero si me leyera diría “¡oye, ya basta! “y yo, desvariaría, perdería la constante gravitacional. Vivimos el sueño, y luego simplemente despertamos. Un día, en la vida real nos vimos el rostro entre la multitud, mientras la nebulosa convulsionaba, y al descubrir que éramos dos mundos paralelos y que yo empecé a preocuparme por vivir la cotidianidad correspondiente, se enojó (no hubo explicaciones) y me dijo “no quiero saber más de ti”. Y he aquí este libro.Confieso que mientras más resistía, mayor era el suplicio.