Como capitán y único tripulante de un submarino, Francisco se sumerge profundo en su conciencia, mientras observa a través del periscopio tierras tanto conocidas como inexploradas. La nave lo protege, sin embargo el marinero cae preso de supersticiones y leyendas antiguas que lo hacen dudar constantemente de la fiabilidad de su embarcación. Y, mientras se debate entre confiar o no confiar, interpela al mundo exterior con preguntas incisivas de las que jamás obtendrá respuestas; no, al menos, mientras siga evadiendo la primera y fundamental interrogante: ¿por qué decidió echarse a la mar? Y es que el trabajo de Cortés se ancla profundamente en la experiencia cotidiana y en el pensar esa experiencia. La insistencia en el traer de vuelta al presente lo ya vivido, tiñe a los poemas de un tono fabulesco susceptible de entregar valiosas enseñanzas. Ciertamente no podría ser de otra manera, pues cada pieza que compone a esta publicación está concebida como un ejercicio de memoria. En este pensar lo sido volcado al papel, se genera un fenómeno singular: el trabajo poético deviene proceso histórico. El autor crea en cuanto que recuerda y siente en tanto que juzga y sanciona su propia historia.