Es una suerte todavía que las pasiones del lenguaje no reconozcan las formas doctrinarias de la época. La suerte de un texto se juega ahí. Itinerario de una insensata dice eso en primer lugar, no cede a la religión del arte, a la metafísica del género, al evangelio higiénico del lector liberal necesitado de pureza, impostura y espíritu. Y después dice que es una mujer la que escribe y no una doctrina, si la hubiera, acerca de la mujer. Darle a la vigilia la incerteza del sueño es un método ya muy probado, no tan así su reverso: hacer del sueño una realidad regida por la lógica del día. Esto es lo que hace Liliana Guaragno en Itinerario de una insensata. La vida del sueño -tomada aquí por el humor, el deseo, la culpa, la ilusión y las sombras, la vanidad y los cuerpos- es un mundo ordenado según reglas muy precisas. La vida del sueño es una comedia correlativa a la comedia de la vida, el sueño entonces tampoco falta al precepto que enseña (Fiat voluntas tua) a desear no lo que deseamos que suceda sino lo que forzosamente sucede. Liliana Guaragno desmiente la versión romántico vanguardista del sueño; el sueño de la insensata no está del otro lado, del lado oscuro, confinado, ideal, está acá, vivo en su luminosidad dramática. Itinerario de una insensata es la novela de la acción como hermana del sueño.