La imagen de la hacienda mexicana suele ser la de un predio autosuficiente de carácter casi feudal, sostenida por una fuerza de trabajo servil y empobrecida. Sin embargo, gracias al avance en las investigaciones sobre la vida económica y social del campo, este modelo ha comenzado a derrumbarse. En este ámbito la obra de Eric Van Young ha sido una de las precursoras que, partiendo de una vasta documentación centrada en la Guadalajara de los siglos XVII y XVIII, consolidó la idea que las haciendas eran en realidad instituciones lucrativas, principales proveedoras de alimentos básicos de las ciudades cercanas y en donde la mano de obra era nominalmente libre.
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