en una sociedad sin misterio, donde todo es lo que parece, donde el pastel ya está repartido, una mujer mediocre y fea también tiene derecho a realizarse. sin nada que perder canaliza su deseo y marca su objetivo fríamente, iniciando una inquietante y siníestra travesía. su mirada se convierte en un catalejo y, mientras disecciona el entorno burlonamente y sin concesiones se afirma en su propia miseria haciendo de ella un estilo de vida, una fórmula para la consecución del éxito.